LA ALPUJARRA DE FRENTE: LA PAZ NO SE CONSTRUYE A ESCONDIDAS

Mientras los de antes pactaban con mafiosos en la sombra, Petro los enfrenta de cara al país. La doble moral de la vieja política quedó al desnudo. El acto del sábado en Medellín, convocado por el presidente Gustavo Petro, no fue un pacto secreto ni una rendición del Estado. Fue un intercambio político abierto, a la luz del día, transmitido en vivo y frente a miles de ciudadanos. Subieron a la tarima miembros de estructuras criminales que, en otras épocas, entraban a la Alpujarra de noche y por el parqueadero, en carros oficiales, amparados por alcaldías, concejales y caciques políticos que hoy se rasgan las vestiduras. Sí, hubo criminales. Pero no nacieron con Petro. Florecieron durante décadas bajo la mirada cómplice —cuando no la alianza directa— de quienes hoy acusan al presidente de “legitimarlos”. La diferencia es ética: Petro no pacta en lo oscuro, no convoca a hurtadillas como en los tiempos de Uribe, cuando los paramilitares entraban por la puerta trasera de la Casa de Nariño. El gobierno del cambio da la cara y asume el costo político de hacer la paz sin ocultamientos. Critican los mismos que negaron la existencia del paramilitarismo urbano, los que permitieron que las comunas fueran gobernadas a punta de miedo. Petro propone diálogo con sometimiento, verdad y reparación. Lo que está en juego no es la imagen de unos cuantos políticos, sino la vida de miles de jóvenes. Además, no es la primera vez que un Estado dialoga con actores criminales. En Estados Unidos, ciudades como Boston o Chicago han negociado treguas con pandillas para reducir homicidios. En El Salvador, aunque con errores, se intentaron acuerdos de pacificación con maras. En Italia, se desarticularon mafias a través de justicia negociada. Dialogar no es ceder, es transformar. La Paz Total no es ingenuidad: es audacia democrática y verdad histórica. Y el acto de La Alpujarra lo dejó claro: ya no habrá pactos en secreto. Ahora se debate de frente, sin doble moral. Porque para construir la paz, hay que dialogar incluso con quienes la han tenido secuestrada.

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